El centro de gravedad económico se desplaza hacia el Sur, y Pekín, al igual que Moscú, quiere dictar el ritmo. Antes de la cumbre de BRICS en Río, Vladimir Putin y Xi Jinping oficializan una iniciativa inédita: una plataforma de inversión común dedicada a los países del Sur global. Concebida como una palanca de influencia y emancipación respecto a los circuitos dominados por Occidente, este anuncio marca una etapa clave en la construcción de un orden financiero alternativo dirigido por potencias emergentes.